jueves, 15 de diciembre de 2011

La Historia Delante De La Historia

El día viernes nueve de diciembre me quede matando el tiempo en mi oficina y entre que ya me voy y un momento más… me dio la una de la madrugada ya del día sábado diez cuando decidí por retirarme a mi casa.
Mientras cerraba las puertas pensaba en la seguridad que debería de tener para irme, reflexionaba que sería mejor tomar un taxi y no subir caminando como es mi costumbre, sobre todo por la hora, y es así que me incliné opte por “la seguridad”.
Ya estando en la esquina de La Salle con Goyeneche y observando pasar varios autos de servicio público; entre ellos había algunos vacios, pero todos casi a velocidad que demoraban la decisión de estirar el brazo para detener alguno y siguiendo la línea de la certeza, me tome mi tiempo y opte por uno de una empresa reconocida. Fue un tico blanco que lo aborde después de regatear un poco el precio; ya adentro y a dos cuadras de donde lo aborde, se dio origen a la historia que está detrás de la que les voy a contar -la no original- (cuantas veces de lo que leemos tienen una base en un hecho real y verdadero, sólo la base y lo demás es gran inventiva), la creada por un amigo de mente muy imaginativa y algo lasciva… claro secundados por otros; “no tendría sentido la narración si no ha trascendido”. Aprovecho también la oportunidad para dar mi granito en esta historia, sobre todo por conceptos de narración, para entre lazar algunos hechos que estaban aislados:
Quedarme yo hasta altas horas de la noche –ya madrugada- “escribiendo”, (quizá como en muchas ocasiones sucedió, donde me ensimismaba en la escritura, pero esta vez fue distrayéndome con el nuevo juego que me habían instalado en la maquina y que es realmente algo pegajoso “Plantas contra Zombis”), el motivo de la inspiración era una musa, al igual que la excusa para quedarse y así aprovechar el silencio del lugar, la noche y la oportunidad de tal deleite. Al mismo tiempo fuera del edificio espera un grupo de jóvenes guiados por algunas sospechas y seguimiento a la enamorada, aguardaban la salida que confirmase el recelo de uno de ellos y el desborde de la adrenalina de los otros.
Después de lo que fuese que hubiera ocurrido en ese lugar “lujurioso” (pondrás tu cuota en la imaginación de tu proceder en la retina de tu creación) o quizá simplemente romántico o ilusión platónica… Salimos del lugar porque el taxi de la empresa que llamamos esperaba en la entrada y muy prestos por el cuidado, razón de lo oculto, abordamos el vehículo sin saber que éramos aguardados y que la misma prisa para salir del lugar la tenían ellos una vez que nos vieron.
Ya en el taxi, el cual se tomo sin detenerse en el costo de la ruta que se le señalo; íbamos envueltos entre la timidez, el silencio, las sombras de la luces de faros y postes que se perdían por la retina; la vanidad del halago al ser la musa de versos embelesados y un tierno apoyo en el hombro; sumaban al febril momento que transcurría; lapso del camino entre el lugar que dio origen a todo esto y la casa de la susodicha.
Ya de vuelta en el taxi, después del caballeroso despido, y con la mente perdida en el momento que violento “valores” creando tantas suposiciones; emprendimos la vuelta hacia mi regazo el cual fue interrumpido por la prisa y bocinados que originaba otro vehículo que acarreaba una persecución que él señor conductor no sabia y yo tampoco. Toda esta previa zozobra termino en una embestida al auto en el que me encontraba; entre las esquinas de  Goyeneche y Muñoz Najar (lugar verdadero donde ocurrió el accidente, y que fue ocasionado por un auto negro lleno de adolescentes, que después taxistas que pasaban por el lugar y se detuvieron apoyar a su colega, me delataron el estado de ebriedad de estos jóvenes),  originando el choque contra la pared de la casa ubicada en la esquina superior izquierda de la avenida Goyeneche –edifico en construcción-. Ante el alarido de los jóvenes decidí salir y sin saber que pasaba (aunque la historia original creada presume que si sabia y salí corriendo del vehiculó para escapar) y al ver sus intenciones que sus ojos, prisa y extremidades denunciaban, decidí dar prisa a mis pies y correr pensando que quizá se tratase de un asalto -inquieto porque el taxista haga lo mismo, pero el asunto era conmigo-, producto de la persecución, son los golpes que me aquejan: La cojera que padezco es origen por la inflamación de mi rodilla izquierda, producto de la caída al tropezar, al escapar, con un sardinel donde resulto dañada seriamente mi articulación; los rasguños en las extremidades derechas, son por quererme levantar y no poder hacerlo ante el arremetimiento de los jóvenes vengadores del honor; y el dolor en el hombro derecho es producto de una de las feroces patadas que recibí en ese momento -suerte que estos muchachos “buenos” no me tocaron la cara y que esta no presenta ni la más leve huella de aquella odisea-.
Ante la intervención de otros taxistas y la policía que llegó, controlaron a los “valerosos muchachos, paladines de la reputación y la impunidad” y yo ya repuesto sentado en la acera decidí llamar a mi amigo de gran inventiva (a quien llame en la otra historia, fue a mi hermano mayor que estaba de guardia en el centro de salud donde labora) que rápidamente llegó al lugar antes de que los bomberos me lleven a un nosocomio donde me podían atender por medio del SOAT del taxi.
Después que los bomberos se aseguraron de mi estabilidad física me condujeron al hospital Honorio Delgado donde el SOAT no cubría el atentado que había sufrido porque era ajeno al vehículo tomado (llegamos con el taxista heridos, pero su SOAT era de una aseguradora que le debe –según la asistenta social- una suma fuerte de dinero al hospital, por eso no nos podían atender) así que supongo que los costos de las inyecciones y las placas tomadas fueron por cuenta de mi gran amigo el cual llego después con la policía.
Ya una vez estable, aunque muy adolorido –dolor que se agudizo al voltear la pierna rápidamente para que me tomen una placa de la parte interna de la rodilla-; con la comprobación de que no hubiera fracturas, ni heridas graves y con la orden de alta nos fuimos a mi casa ya casi con el sol que se asomaba. Subí despacio grada por grada y por el cansancio no me detuve a pensar en lo ocurrido, ni en mi “pecado” y cuidando de estar quieto para que no me interrumpa dolor alguno, me quede dormido.
La historia que le conté a mi amigo –del choque de dos autos- no fue corroborada por la policía y así asegura esta historia porque consta en el parte policial.
Tal vez se puedan aumentar detalles con el tiempo, hacerla más novelesca; pero... que interesante, como de un suceso se pueden crear cuentos paralelos, narraciones que son alimentadas por nuestra imaginación –en algunos casos de una verdad como el grano de mostaza se elevan chismes que dañan a otros seres-, muchas veces inclusive los reales sucesos ya modificados son variados y aumentados cuando pasan de persona a persona. Yo me pregunto: ¿cuánto de lo que realmente paso y de lo ahora escrito se entrelazaran y instauraran otras nuevas historias?, de igual manera pienso a que personas le interesaran la verdadera o la ahora escrita y fundamentar la distorsión de la imagen que de uno crean.
Al final algo interesante vio la luz y no haber quedado en un dato estadístico en los archiveros de la policía, bomberos, hospital, incluso en los de la empresa del taxi utilizado y de que la querella es mas por lo material (los autos afectados) que por el estado de las personas, inclusive se ve más lo físico que lo emocional –aquellos daños psicológicos que puedan crear temores u otras afecciones-. Seremos un número más en el sistema, que ni en la portada del matutino se verá, porque no hubo sangre mas allá de medio litro.
Y una reflexión personal que me lleva a la ley de la atracción, que se supone que atrae en menor grado lo negativo que lo positivo, pero pude comprobar que es al revés; y que debo darle gracias a Dios por que el llamado de atención para darme cuenta de mis pensamientos y deseos, fue pequeña, pero que enseña.

No hay comentarios: