lunes, 12 de septiembre de 2011

“PITIN”

Cursaba el primer año de secundaria en una de las aulas del colegio San José – Arequipa, ubicada al fondo del pabellón que da con la puerta lateral y de primer acceso del colegio. Al final de este estaba su “oficina”; reciento pequeño y cálido que enmarcaban perfectamente su presencia. Era nuestro asesor espiritual, el Padre Benjamín Fernández-Dávila Olivera, queridamente llamado “Pitín”. El sacerdote del abrazo tierno, la cara angelical de un abuelo de cuentos infantiles, de la paciencia, tiempo y oídos, para regalártelos al igual que el consejo preciso que estaba cargado de fe y sabiduría.

Recuerdos tal vez yo me lleve pocos a comparación de mis compañeros de promoción y colegio; pero, fueron suficientes para sentir el amor paternal que me ofrecía y eran tan desconocidos para mí. Me llevo la preferencia al ser llamado y retirado de las aulas para con él conversar –muchas veces fueron en las clases de inglés, ¡grande Padre Pitín!- . “Cuando asomaba su rostro por la ventana pequeña de la puerta de nuestra aula, ya que quedaba a paso de su oficina, muchos hacían señas para ser convocados a su lado, y yo, sin hacer ningún gesto, aún más, me sentía estrujado, escondido entre mi timidez y complejos…, era, al que muchas veces prefería llamar…”

Las memorias son  más que una cadena y medalla con el perfil de la Virgen María de plata que alguna vez me regalo y la extravié entre los matorrales que bordeaban una poza en Yumina, donde nos bañamos con algunos compañeros de aula cuando fuimos a acampar con la promoción -la busque hasta no poder más y me quedó la tristeza por lo que ello representaba- Es el amor de la Madre Inmaculada en Pitín, ese cariño del que les hable y él  muy sabiamente me lo transmitía y sabia la falta que me hacía; me llevo sus palabras que refrescaban los momentos difíciles que él niño-púber vivía; me llevo el abrazo de Jesús en sus brazos. Me llevo su rostro como imagen del amor paternal silente y sincero; y la tristeza de no haberle robado más su tiempo y cariño... "Ser inmenso en cuerpo pequeño"


BENJAMIN FERNÁNDEZ-DÁVILA OLIVERA, S.J.

Nació en Cerro de Pasco en 1919. Falleció el 6 de septiembre de 2011 a los 92 años de edad y 74 de Compañía. Entró al Noviciado de la Provincia de Chile en Chillán el 21 de marzo de 1937; pero los primeros votos los hizo el 22 de marzo de 1939 en el Noviciado del Perú, que había sido abierto el año 1938. Así ya se quedó en el Perú para hacer sus estudios de Humanidades. La Filosofía la estudió en San Miguel en Argentina, y la Teología en Granada en España. Fue ordenado sacerdote 31 de mayo de 1952. Más adelante hizo el doctorado en Filosofía y Letras por la Universidad Católica del Perú en 1958.

Su primer destino fue el Colegio de la Inmaculada y ahí trabajó como Espiritual de Primaria, Profesor y Secretario del P. Provincial.

Sus largos años de vida le han permitido tener una gran diversidad de trabajos. Sin tener “voto de estabilidad” ha permanecido dos largos períodos en dos lugares de la Provincia: en el Colegio San Ignacio de Piura estuvo 22 años, desde que se iniciaron las clases en abril de 1959 en un local provisional en la Plaza de Armas, y en Arequipa otros 18 años. Pero siempre disponible, como escribió el mismo P. Pitín al Provincial de entonces cuando dejó Piura: “estoy dispuesto a lo que los Superiores ordenen” (18 de agosto de 1981).

En Piura, además de trabajar en el Colegio y en la Pastoral de la ciudad, fue Profesor de Sociología en la Universidad Nacional de Piura, y fue Rector de la misma Universidad durante cuatro años, en época nada pacífica, y donde con su paciencia logró llevar las dificultades con buen ánimo y solucionar las dificultades y las huelgas.

En Arequipa estuvo de Superior de nuestra Residencia, colaboró con el Colegio de San José como Director Espiritual de los menores, y fue asesor del Apostolado de la Oración y del Movimiento Eucarístico Juvenil. En Arequipa también colaboró en el Seminario Arquidiocesano. También tuvo un tiempo, en 1997, de trabajo pastoral con hispanos en Kingston, Carolina del Norte.

Para completar su fecunda tarea apostólica fue miembro del equipo de formación de nuestro Juniorado en Breña durante cuatro años, donde fue muy querido por nuestros juniores, además de colaborar muy activamente en ese mismo tiempo en la Parroquia de Nuestra Señora de los Desamparados. Finalmente participó como Vice-Rector Académico en el proceso de creación de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Todo eso, a pesar de algunas limitaciones de su salud, ya que fue operado en dos ocasiones de la cabeza del fémur. Y todo lo supo llevar con paciencia y mucha alegría; siendo siempre muy apreciado en la vida comunitaria por su buen carácter y por hacer agradable la vida de los demás.

Descanse en paz, siervo bueno y fiel.

(De la nota enviada por el P. Adolfo Franco SJ, Socio del P. Provincial)