jueves, 20 de enero de 2011

VALORES Y DECISIONES

Esta semana empezó con la renuncia a la candidatura presidencial por el APRA, la economista Mercedes Aráoz y no es que quiera hablar de política, pero si deseo rescatar la decencia, la honestidad con uno mismo, la fidelidad a sus principios y la grandeza en las decisiones; valores que muchas veces se suprimen ante intereses tan trascendentes.

Sabemos –y no hay más ciego que el que no quiere ver- que muchos de los apristas nos tienen acostumbrados a todo lo contrario antes mencionado, protegidos por un cinismo que ya no les cubre y a una sordera tan igual y más a la de Manuel Burga; a quien el año pasado alguien le mostro en su propio ámbito –el deporte- lo mismo que Mercedes Aráoz mostro en la política, me estoy refiriendo a Franco Navarro; un ex-crack del futbol peruano y actual técnico del León de Huánuco (subcampeón del futbol peruano): lo que son los valores en las decisiones. Al no alinear en el último partido de la final contra la Universidad San Martín a su mejor jugador, Gustavo Rodas, por haber sido expulsado en el partido anterior y de castigo no debería jugar el próximo, pero como el Perú suele a veces ser el país de las maravillas y de las estratagemas, la comisión de justicia le perdonó el castigo y lo habilitó. Lo que Franco Navarro no considero válido, ni ético, menos aún era coherente con lo que trata de mostrar una disciplina deportiva.

Son dos ejemplos, y no son los únicos en el Perú y el mundo, pero que pocos son seguidos.

Lo menciono por varios motivos; resaltaré tres: Primero por la trascendencia de las decisiones, a una le costó tentar a una presidencia de una república y al segundo lo que pudo ser el título de campeón del futbol peruano 2010. Segundo por la difusión; la política es de interés nacional y vende, se publicó en todos los medios y en los principales titulares, pero el segundo caso no; y es irónico que una pelea mediática entre vedettes o animadoras de shows sea de mayor cobertura y seguida al detalle por todos los medios y por ende el “país” –lo peor de todo, se piensa que es distracción y no que mal educa. Herencia de Fujimori-; más que los ejemplos de valores, de principios. Decisiones que trascienden en el extranjero y son motivo de halagos y propuestos para premios, y el Perú, ni por enterados, menos comentado.

Tercero y quizá esta sea una reflexión para que no nos quedemos en nuestras ideas o ideologías e intereses tercamente, sino que tengamos capacidad de cambio, de tomar decisiones que aunque nos cueste renunciar a lo más apreciado, soñado o querido, son basadas en valores y futuros ejemplos. Y una pequeña al final, que aprendamos a instruirnos y enseñemos a los niños a saber seleccionar sus medios de información, y no dar espacio a lo que no engrandece al Perú, peor aún, lo adormece.

jueves, 6 de enero de 2011

“AÑO DEL CENTENARIO DE MACHU PICCHU PARA EL MUNDO"

"La Historia"

Son estos hermanos tan olvidados por los diferentes gobiernos de turno, por intereses y cómodas políticas así como fue olvidada la ruta y por ende la ciudadela de Machu Picchu.

Parte de la historia nos manifiesta que después de creado Machu Picchu, Pachacútec conquisto Vitcos (Vilcabamba), por donde podía atacar a los Chancas. Esta nueva ruta también le sirvió a Manco Inca allá por 1540 para atacar los españoles entre Andahuaylas y Ayacucho. Para abrirse camino hasta Vitcos, el Inca siguió río abajo penetrando por la quebrada de Machu Picchu y conquisto el valle de Amaybamba, hoy llamado Lucumayo.

Esta nueva ruta más directa para llegar a Vitcos desde Ollantaytambo: subía por el abra de Pantiacalla para bajar al valle de Amaybamba… Así, con el tiempo la ruta que atravesaba Machu Picchu fue dejada de lado por ser más difícil y despoblada. Lo mismo fue con los españoles que por razones militares y para ir de Vitcos a Cuzco más rápido era por el abra de Pantiacalla y esa fue la ruta que se utilizo durante el virreinato y hasta fines del siglo XIX.

La ruta de Machu Picchu durante todo ese tiempo no tuvo mayor interés que de aventureros en busca de tesoros (a lo largo del siglo XVIII surgió un mito sobre Vitcos, que decía que allí los incas enterraron riquísimos tesoros), huaqueros, cocaleros nativos y a partir de mediados del siglo XVIII  por algunos historiadores y estudiosos como Pedro Nolasco y ya en el siglo XIX recorrieron este territorio exploradores como Raimondi, Wiener, Palacios, entre otros.

Se sabe que Gabino Sánchez, Enrique Palma y Agustín Lizárraga llegaron a Machu Picchu a comienzos del siglo XX pero su interés era más por la andenería que por sus restos arqueológicos.

Es a Hiram Bingham (1875, Hawái) que en sus viajes por Sudamérica en 1908 a Chile y el siguiente año decidió recorrer a caballo la antigua ruta colonial que iba de Buenos aires a Lima, pero partiendo del Cuzco donde tuvo contacto con el prefecto Núñez, quien lo animó a unirse a una expedición que partiría de Choquequirao en busca de tesoros enterrados. Al llegar a este lugar, Bingham concluyó que no se trataba de Vitcos, como se creía, y decidió organizar una expedición para encontrar el último refugio de los incas rebeldes tras la ocupación española.

Desde ahí Bingham hizo grandes esfuerzos para conseguir apoyo económico para organizar una expedición científica integrada por diferentes especialistas que viajen al Perú en busca de la ciudad perdida de los incas; esta quedo conformada por el geólogo Isaías Bowman, el botánico H.W. Foote, el cirujano W. G. Irving, el topógrafo Kai Hendriksen, el ingeniero H.L. Tucker y P.B. Lanius como secretario auxiliar. La expedición llegó al Cusco en junio de 1911 y contó con el apoyo del doctor Albert Giesecke, rector de la universidad San Antonio Abad, y del vecino cusqueño César Lomellini. Después de recorrer durante dos semanas el cañón del Urubamba, llegaron por indicación de Giesecke al puente de Mandor. Luego fueron guiados por el guardián del lugar, Melchor Arteaga, para subir el 24 de julio de 1911 a Machu Picchu, la fabulosa ciudadela cubierta de vegetación.

La limpieza duro varias semanas y se fue descubriendo la gran extensión y belleza del sitio. Luego en 1912 Bingham organiza una expedición mayor para estudiar Machu Picchu y contó con el apoyo de la Universidad de Yale (De ahí viene nuestro conflicto con Yale por la recuperación de nuestras reliquias), de la National Geographic Society de Washington (que en 1913 la revista National Geographic cumplía veinticinco años de fundada, toda la edición de aniversario fue dedicada a Machu Picchu) y de su propia esposa, Alfreda Mitchell (una millonaria norteamericana, dueña de la joyería Tiffany de Nueva York)

Así el mundo entero pudo y puede conocer esta ciudadela inca que hoy es una de las siete maravillas del mundo y de gran afluencia turística que empezó desde 1928 cuando recién se termino el ferrocarril que llegaba a Machu Picchu. Visitela.
 (Fuente: Revista Somos – El Comercio)





martes, 4 de enero de 2011

“AÑO DEL CENTENARIO DE MACHU PICCHU PARA EL MUNDO"

"La Visita"

El año pasado tuve la oportunidad de visitar Machu Picchu (Cerro Viejo) en un viaje familiar al Cusco y disfrutar en cada paso que daba el esplendor de esta ciudadela “Maravilla del Mundo” y al transitar por esta y otras –no tantas y todas como me hubiese gustado visitar y espero hacerlo- construcciones incas, no pude más que maravillarme y disfrutarlo. Cada que iba avanzando sólo se venían pensamientos como estos:

Tendrías que ver por la retina de mis ojos hasta llegar a mi memoria para ver cada paso extendido por mi y antes por ellos…
Tendrías que llegar hasta mis entrañas y percibir cada sensación, emoción, embeleso y de gratitud por lo cimentado…
Tendrías que extender los brazos y sentir el vuelo de sus espíritus, la fuerza de sus hombros y la tenacidad de sus manos…
No sería necesario ser tan buen observador para ver tantos y cada esquina y valle de esplendidas obras. Mis células se amalgaman con aquellas gigantescas que dan forma a pueblos… “Se asemejan a panales”; que al igual que las abejas obreras contaron con disciplinados y bien orientados obreros.”

Tal vez tratando o queriendo a mis amigos contarles lo que veía, sentía… y que estuviesen ahí.

En el camino que va desde aguas calientes hacia Machu Picchu era para embelesarse y  sólo me queda contemplar y tener lista la máquina fotográfica para plasmar la mejor imagen y ante tanta fijación pude sentir y saber porque los incas consideraban dioses a sus montañas “Los Apus”, y es que era impresionante su majestuosidad y me decía:

 
“¡Dios son rocas hirviendo!,
cerros que matizan a las nubes,
nubes que matizan a los cerros.
Verdes enormes que mi mirada no cubre y rebalsa mi exaltación.
¡Dios son rocas como dioses inmóviles y vigilantes!
refrescados por rápidos cristalinos”

Al llegar a la ciudadela era sólo ¡estar!. No importaba cuanto se sufrió para llegar ahí, quizá por los horarios complicados de madrugada que los niños y mi madre tenían que vivir o preocuparnos por la hora de regreso que nos iba a llevar varias horas que “matar” para salir de aguas calientes a las diez y treinta pasado meridiano de la noche rumbo de regreso a Ollantaytambo. No importaba eso ni las preguntas o protestas de por qué no había más horarios en el viaje a tren habiendo tanta afluencia de turistas (aunque nos toco intermedio, gracias a lo inquieta e inconforme de mi tía; mi hermana, sus hijos, mi mamá y mi otra tía consiguieron asientos). No importaba los vientos fríos, las nubes que no sólo amenazaban con descargar todo su furor sino q lo hacían y había que cubrirse y luego descubrirse porque volvía su clima cálido; no importaba la cantidad de gente y esperar el turno para tratar de sacar las mejores fotografías y el andar despacio para seguir con los demás del grupo. La experiencia era única, después de todo había mucho tiempo, para estarlo y mirando siempre al frente era soñar que algún día haremos camino inca y llegaremos hasta Huayna Picchu (Cerro Joven); pero, eso era por momentos, lo que  importaba era el aquí y ahora, la grandeza que visualizaba el paso siguiente y extasiarte de los lugares que no transitaras mas que con la vista. No importaba nada, porque eso era paz y fortalece…

Nos enorgullecemos y admiramos tanta maravilla que construyeron nuestros antecesores pero somos discriminadores y miramos con desdén e inferioridad a los hijos directos de los creadores de estas maravillas regadas por todo el Perú y más allá. Deberíamos detenernos un poco y ver a estos hermanos a la altura de su espíritu inquebrantable que hicieron y hacen verdadera y profunda la historia en nuestro país.