lunes, 21 de mayo de 2012

EL “orate”

Siente y piensa ser tan sólo un observador de este ido y aturdido mundo al cual no pertenece... y no es así. Está tan sumergido en él, que al reconocerlo prefiere escapar entre sus pensamientos y creaciones paralelas al caos visual de su entorno; lo palpa como el bastón blanco a la superficie, como el mendigo siente su miseria y el cazo la moneda… como el asceta a su espíritu… Se siente en este mundo descontento, desorientado como el ladrón preso de la necesidad, amigo de la noche…, al igual que el asesino a la oscuridad de su alma.

Loco y al costado del camino, suma versos ininteligibles que musita para sus adentros y le dan claridad a sus pasos desabrochados; lo cubre la mugre que afortunadamente lo aparta del resto del mundo que se pierden de ver la claridad que hay en su mirar. Pareciera que ama su ataraxia y taciturno andar que agria la de los demás -irónico porque lo creen adusto y quizá sea muy afable- en su prisa y “cordura”.

¿Qué lo alejó?, ¿qué lo aparto del resto?; que o quien convirtió el albur de su vida en harapos de petróleo y acre visualización para un sistema que no ve más allá de los trapos que lo cubren. ¿Qué le hace espantar a la gente: tu estampa, o los anteojos que llevan? “Intriga saber, silente transeúnte cuál es el mundo que merodea por tu mente y a veces tus labios parecen mascullar.  Quizá en la única lista de invitados a fiesta de gala -con tu frac color libertad-, sea la de tu creador”.

Cuantos juzgaran sin saber el fondo de tu reacción y pensaran que la toalla tiraste… al igual que el suicidio estará entre dichos si valiente o cobarde es tu decisión.

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